jueves, 31 de julio de 2008

Reseña por Carlos Benítez Villodres

EL ESPEJO DE LA VIDA. MANIOBRAS DIVERSIVAS, de Andrés González Castro
Premio Nacional de Poesía Fundación Cultural Miguel Hernández de Poesía 2005.
Edita Fundación Cultural Miguel Hernández. Orihuela (Alicante), 2008. Págs. 72.

Tras sumergirme hasta el fondo profundo de las aguas oceánicas de esta combativa y asombrosa y atrayente obra literaria de González Castro, me encuentro con su autor, un hombre poeta. Un creador literario inquieto y rebelde, paradójico y contradictorio…, cualidades estas sumamente positivas para un luchador nato, en guerra constante consigo mismo y con los guerreros de un orbe siempre preparados para combatir. Un poeta que va al encuentro de la paz interior, acosado de dudas de todo tipo en especial religiosas y existencialistas. Al tocar, con el intelecto y los sentimientos las profundidades arenosas, las menos, montañosas y abruptas, las más, de esta obra percibo su esencia, catarsis de una intensa actividad intelectual y de una lucha sin tregua del autor con él mismo.

En el sublime y feraz prólogo de Iván Sánchez Moreno leo: “La poesía es una casa, adusta y hosca, una domus interior surcada al azar por grietas y expuesta así al público, sin intimidad apenas, almacén de vicios privados con goteras en tardes de lluvias tristes. Lo más privado está ahí, agazapado entre versos con tobillo de cristal. El hogar, que no es nunca allí donde uno vive, sino allá por donde uno va, son los libros. Un escondrijo falaz, frágil, que de reducirse a escombros, no deja de ser parte de lo que uno es y ha sido”. …En la casa del aire cae la lluvia / sobre los cuerpos, no sobre el tejado. // Si alguna vez me pierdo en la tristeza / y me notáis ausente, / idme a buscar allí. / Por las jambas sin puerta / el frío entra en su casa. // Idme a buscar allí: / en las ruinas de todo. // (Fragmento final del poema "Casa del aire", p. 26).

La poesía de Andrés González se caracteriza por su notable ingenio, el responsable de los conceptos novedosos, las paradojas, juegos de palabras y sutiles y brillantes analogías. Las batallas que aparecen en sus poemas suelen ser combativas e implacables, desairadas y cáusticas, despiadadas pero, a la vez, impregnadas de una sutil ironía, sobre todo cuando trata temas relacionados con su propia vida, con la del orbe y con la de su entorno. Ciertamente su proteica habilidad para estar siempre a la vanguardia de los cambios lo convierte en un poeta en perpetua lucha consigo mismo, como ya quedó reflejado en el primer parágrafo, contra su propia tradición y la oscuridad que lo atrapa, tanto a él como a sus semejantes. Además, posee esa avasalladora capacidad para dar con poderosas imágenes y músicas poéticas. …Me reclama otra vez la angustia del gorrión, / el fósil del caballo, la flor desamueblada. // Me reclama el cajón entreabierto del sueño, / la ciudad cenagosa, la aérea aluminosis. // Ondean las banderas ejércitos innúmeros / que piden carta blanca para enturbiar el agua / que dormita al arrullo de la autocomplacencia. // Me reclaman las luces. Las sombras me reclaman. // (Del poema "Banderas", p. 18).

González Castro siente, como constantes pulsiones irrefrenables, la imperiosa necesidad de crear puentes de palabras para cruzar abismos, interiores y exteriores, presentidos por él, utilizando para su construcción elementos propios de su riqueza cultural, la cual se acrecienta día a día, gracias a su personalidad íntegra creadora e infatigable, desde la cual trabaja sus pensamientos poéticos -los más abstractos de todos-, que nacen como una de las formas de vida. Con estos instrumentos de la mente, se expresa libremente, desde el lenguaje, utilizando palabras, imágenes, silencios, ritmos, sonidos, signos, colores… De esta forma, nuestro poeta puede modular o entonar el canto de su entendimiento, y a veces transmutarlo en vida, abriendo una interpretación semiótica entre sus mundos internos, entre él y la vida, entre su yo y la naturaleza… Lo cual no supone que su sentido resulte evidente ni inteligible, pues acostumbra a decir lo indecible con un equipo verbal de combate, que a veces es preciso aprender a interpretar como una concentración explosiva de los muchos juegos de lenguaje posibles, fruto elaborado de la intensa emoción que pueda provocar en nuestros corazones el acontecimiento de ser poeta o lector de poesía. Aconsejo a las nubes la piedad, / la compasión a los amaneceres, / el arrepentimiento / al insulto fragante de las flores. // El día llega para recordar / que no trae esperanza para ti / y, más que esa costumbre, lo que hiere / es lo hermoso de todo. // (Poema "Contrapunto", p. 49).

El autor de este libro es, sin duda, de los más serios y originales en el universo poético. Tiene un dominio notable del idioma y de la técnica del verso. Además, tiene el don de la síntesis; sabe mirar y cantar sin apartarse de la tierra y del hombre, de la vida y de la muerte, pero comunicando siempre una visión personal y nueva de la poesía creada y tamizada por su talento y su inspiración.

En Maniobras diversivas descubrimos verdaderos secretos de la magia poética de Andrés González, quien busca y encuentra nuevas expresiones, nuevos símbolos, audacias permanentes para hablar al hijo. ¿Triunfa la vida sobre la muerte o ésta sobre aquélla? Como el poeta es consciente de que el recuerdo es la única victoria de la vida sobre la muerte, es por lo que le pide a su hijo que por siempre lo tenga vivo en su memoria. Xavi, tú que has trepado, / jugando por mis piernas / hasta el rincón sonoro de mi beso, / pequeño ser alado / al que habitan manadas / de sueños todavía no corruptos, / mágica criatura / que cree en los Reyes Magos, / gatos con botas, lobos sanguinarios: /acuérdate de mí / cuando yo sólo sea / cenizas de una llama que te amó.// (Poema "Xavi", p. 67).

Andrés González Castro divide esta obra en cinco bloques: Casa; Piel, Paraíso; Las puñaladas; Invitación al desaliento; Recursos propios. Cada parte de este poemario consta de siete poemas. Por consiguiente, lo componen treinta y cinco creaciones poéticas: veintiocho son poliestróficos y los restantes, monoestróficos. En ellos, predomina la estrofa heterométrica y el verso blanco heptasílabo y endecasílabo, aunque también trabaja el poeta el alejandrino, el heptasílabo, el octosílabo… Sobre lo manifestado, sirva de ejemplo esta estrofa del poema Historia triste del racionamiento, p. 44: Pienso en ti y enseguida mi recuerdo / se va hacia los cafés de la posguerra / donde servían malta / tostada por café. / En tiempos de estraperlo y carestía / a todo se acostumbraba el paladar. // En cuanto a la serie de figuras retóricas utilizadas por el autor, sobresalen determinados recursos expresivos del plano léxico-semántico.

Poesía extraña, noble, pura, con la madurez de las espigas que pueden ir al molino, es ésta de González Castro, definitivo valor de nuestra poesía; viva lección para tantos poetas que apenas si alcanzan una caricatura de lo que es la verdadera poesía, eterna, inactual, presente.

Ésta es, pues, una obra de gran calado, profunda y a la vez clara, de las que rebasan el mundo de los especialistas para acercarse al gran público. Es de agradecer que sea así tratándose de algo tan humano como la poesía.

Carlos Benítez Villodres
Málaga – España
http://www.carlosbenitezvillodres.es/

[http://www.carlosbenitezvillodres.es/paginas/criticas_literarias/061_maniobras_diversivas_andres_gonzalez_castro.pdf]

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