1. ¿Qué motivos le llevaron a presentarse al Premio Nacional de Poesía “Miguel Hernández”?
Mentiría si dijera que no me presento a muchos otros premios, aparte de este. No quiero parecer descortés con esta afirmación, pero esa es la verdad. Para un autor novel, concursar es lanzar al mar una botella con un mensaje de socorro que lo salve de su aislamiento. Lo habitual es que nadie lea ese mensaje, que la botella y su mensaje naveguen a la deriva y acaben en los respectivos contenedores de recogida selectiva de basura. Pero a veces sucede que el poemario llega a manos de un Jurado independiente y entendido, como en el caso del Premio Nacional Miguel Hernández, y el autor se encuentra con un premio bajo el brazo. Entonces todo parece que no podía haber sido de otra manera, pero sólo entonces, a toro pasado.
La publicación a cargo del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, por otra parte, es una garantía de distribución del libro. ¿De qué sirve publicar si no se llega a las librerías, si nadie puede leernos?
2. En su poemario Maniobras diversivas vemos reflejado el sentimiento del amor y un matiz social, todo ello acompañado de un gran sentido del ritmo. ¿Qué mensaje pretende hacer llegar al lector?
El título, de resonancias bélicas, alude a las operaciones que tienen como objetivo distraer al enemigo del propósito central de una batalla. Son batallitas que apartan la atención de esa otra determinante que se libra en otro sitio. Por un lado, titular Maniobras diversivas a un poemario es una captatio benevolentiae, una manera fingida de ganar la simpatía del lector al rebajar los poemas a distracciones de poca entidad, a bagatelas. Por otro, es una llamada de atención al propio autor, a quien a veces le da la impresión de que pierde el tiempo con su poesía y no aborda temas de entidad. De este modo, calificar a sus poemas de “maniobras diversivas” es tanto como confesar que son entretenimientos y obras más bien imperfectas. De todas maneras, me parece que el título es evocador y que no se agotan sus significados con estos que aquí expongo.
Por lo que hace al sentido del ritmo, habrá quienes vean en mi manera de versificar una limitación, una falta de recursos. Yo lo entiendo más como una opción. Lo cierto es que no me suelo apartar de los viejos modelos métricos italianos, a los que añado de tanto en tanto un eneasílabo. Si el poema fluye, suele ser porque haya antes tachado y vuelto a tachar. Una libreta de versos debe ser como el lugar retirado del camposanto en que yacen los pequeñuelos muertos prematuramente. “Murió con sólo dos versos. Descanse en paz”. El “escribo como hablo” es la gran mentira de la poesía, la naturalidad a que aspiramos todos los que manipulamos juegos de artificio.
En cuanto al amor y lo social, me debo remitir obligadamente a Miguel Hernández: “Vida, muerte, amor. Ahí quedan / escritos sobre tus labios”. Ocuparse de la sociedad en la que uno vive es algo inherente a estar vivo; y amar, si se me permite la cita del poeta Eduard Sanahuja, es también vivificador porque “Al final de cursa, de la nostra, / només hi haurà un balanç, dues preguntes: / qui has estimat, qui t'ha estimat a tu”.
3. En la Fundación Cultural Miguel Hernández se realizan diversas actividades como exposiciones, Taller de Empleo, elaboración de la revista digital e impresa El Eco Hernandiano ¿Cree que con éstas se está consiguiendo divulgar mejor la figura del poeta oriolano?
Si en su archiconocida semblanza Antonio Machado decía de sí que atañe al lector distinguir voces de ecos, lo que corresponde a quienes velan porque la voz de Miguel Hernández siga resonando es hacerle eco. La revista contribuye sin duda a este fin.
4. ¿Qué opinión le merece la obra de Miguel Hernández?
Miguel Hernández está muy hondamente imbricado en mi poesía y lo siento muy cercano en concepciones poéticas. Cuando uno piensa a qué debiera parecerse un poema a la muerte de un ser querido, le vienen tres modelos a la cabeza: las "Coplas" de Manrique, el "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías" de Lorca y la elegía hernandiana a Ramón Sijé.
Por otro lado, la poesía de Miguel Hernández tiene la frescura y el empuje vital del joven que fue siempre y que yo soy ahora todavía. Sin querer abusar del paralelismo, pues el oriolano es históricamente mucho más relevante que yo, alguna semejanza hay en el modo apasionado de entender la poesía.
Por último, a nadie se le escapa que la popularización de Miguel Hernández le debe mucho a Joan Manuel Serrat. Quien haya oído al Noi del Poble Sec cantar poemas del de Orihuela, le parecen lo más normal del mundo formulaciones tan aquilatadas como “la pena tizna cuando estalla” o “ella pondrá dos piedras de futura mirada”. Ya no puedo leer algunos poemas sin tararearlos.
viernes, 15 de agosto de 2008
Entrevista de Rebeca Serrano y Asun López para El eco hernandiano
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1 comentario:
Felicidades por el premio y por el blog. Es muy interesante.
Un saludo escarlata
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